¿Por qué algunas mujeres se enamoran de hombres proyectos?

Jueves 15 de junio del año 2017. Una fundación benéfica a la cual apoyo de manera voluntaria me había regalado dos boletos para asistir a una conferencia dictada por Pilar Sordo. No puedo evitar esbozar una sonrisa y pensar ¡La vida de una manera u otra siempre paga las buenas acciones! Aunque lo hagas sin esperar nada a cambio. ¡La vida siempre se encarga!

La idea no me entusiasmaba mucho, pero a mi madre sí. Habían pasado unos meses desde aquella ruptura amorosa de la cual no solo fui protagonista sino también guionista. Fui yo quien le puso el punto final a aquella historia. ¿Recuerdan el episodio número 30 “Sorry Brad Pitt”? El hecho de que yo haya tomado la decisión de cortar de raíz una relación amorosa, a pesar de estar enamorada, ya me colocaba en completa ventaja. Dolía, pero era una decisión propia, no impuesta y esto hace una gran diferencia en como procesamos el dolor. ¡No es lo mismo marcharse, que ver partir a aquella persona que amamos! Fue una decisión consciente, basada en el amor propio, desde la objetividad y no desde los impulsos. Repasar a diario esto me hacía reafirmarme que había tomado la decisión correcta, cuando inclusive quise flaquear y arrepentirme.

¡Ahí estaba yo! Como siempre, dudando del destino y de las cachetadas que tiene preparadas para mi cuando me rehuso a asimilar lecciones por mí misma. Sentada entre el público, como espectadora, ignorando por completo el porqué la vida me había llevado a estar en ese lugar, a punto de convertirme en protagonista de mi historia.

Aquel jueves fui sin mucha expectativa, me motivaba más el hecho de compartir con mi mamá y salir un poco de la rutina. Y es de que después de un final, sea cual sea, viene una avalancha de cambios y consecuencias para los cuales quizá no estábamos preparados. Y me pregunto ¿Alguna vez estaremos preparados para los cambios? ¡Creo que no!

Pilar Sordo es psicóloga, conferencista y escritora Chilena. Autora de muchos libros como: Bienvenido dolor, No quiero envejecer y otros más. Se caracteriza por su singular sentido del humor negro y por su manera sarcástica de decir las verdades sin reparo, sobre todo si de las mujeres se trata. Ha liderado grandes estudios psicológicos de los cuales habla en muchas de sus conferencias y libros.


¡Ahí estaba yo! Como siempre, dudando del destino y de las cachetadas que tiene preparadas para mi cuando me rehuso a asimilar lecciones por mí misma. Sentada entre el público, como espectadora, ignorando por completo el porqué la vida me había llevado a estar en ese lugar, a punto de convertirme en protagonista de mi historia.

¿Cómo yo proceso esto? ¿Cómo es posible que yo haya resonado con alguien así? ¿Qué me pasó? ¿Qué le vi? ¿En qué estaba pensando?

Dentro de todo el proceso de la separación había algo que mi soberbia o ego (del malo) no me había permitido terminar de perdonarme. Porque sí, mi enojo en gran parte era conmigo misma. ¡Me costaba mucho aceptar que hubiese resonado con alguien que no estuviese a mi altura! ¡Me costaba admitir que había aceptado tan poquito! ¿Les suena esto familiar?

– Algo en él resonó en ti para que estuviesen juntos (Comentó mi psicóloga en una de mis citas)

Esas palabras me cayeron como alcohol en una herida abierta. Mi ego (malo), mi todo estaba herido, pero peor aún no tenía argumentos para objetar, porque lo que decía era absolutamente cierto. Cada vez que lo recordaba se me revolvía el estómago y ustedes están claras que no existe mejor memoria que la de una mujer molesta.

¿Cómo yo proceso esto? ¿Cómo es posible que yo haya resonado con alguien así? ¿Qué me pasó? ¿Qué le vi? ¿En qué estaba pensando? Cada pregunta era peor que la otra porque se acumulaban las interrogantes, crecía la ansiedad y esta a su vez, alimentaba mi enojo. Se volvió un círculo vicioso sin aparente fin. Cada vez que removía toda la rabia en mí lo quería insultar, quería hacerle ver lo poquito que era y lo mucho que era yo para él. ¡Dejaste ir a una mujer como yo! ¡No te importó! ¡Ni siquiera has hecho el más mínimo esfuerzo por cambiar, por mejorar! ¡Por demostrarme que vales la pena! ¿Qué esperaba? ¿Qué me valorara en mi ausencia, cuando jamás me valoró estando presente? Y ¿Qué tan cierto es que no me valoraba? ¿Y si el valor que me dio era todo lo que podía dar? ¿Y si me dio todo lo que era y simplemente no daba más? Al final del día tooooodo ese guion escrito en mi cabeza era para alguien que él no era ni deseaba ser, y así lo conocí, así lo acepté. ¿Les suena esto familiar? ¡Me enamoré de un proyecto!

¿Quién lo eligió? ¿Quién permitió todo? ¡La respuesta me enojaba más y más! Y te pregunto ¿Cómo te reconcilias contigo misma? ¿Cómo te perdonas después de haberte fallado?

Mi enojo era conmigo y con más nadie. Donde tenía que trabajar era en mí y no en él, pero eso lo veo con claridad ahora, en su momento no. ¡Estaba cegada! ¡Iracunda! Porque nos preparan para todo “en teoría”, pero ¿Sabemos cómo lidiar con las emociones? ¿Con el enojo? ¿Con los finales no felices? ¿Sabemos verdaderamente tomar el protagonismo? ¿Sabes en realidad mirar hacia adentro y dejar de apuntar hacia afuera, buscando culpables? ¿Recuerdan el episodio número 32 “Finalmente protagonistas”?

Mi ego me tenía controlada, actuaba y hablaba por mí ¿Qué ganaba con insultarlo? ¡Solo me servía para evidenciar mis carencias emocionales! ¿Quién lo eligió? ¿Quién permitió todo? ¡La respuesta me enojaba más y más! Y te pregunto ¿Cómo te reconcilias contigo misma? ¿Cómo te perdonas después de haberte fallado? Quizá por eso es más sencillo hacer el papel de víctima, porque responsabilizarnos es un proceso que DUELE y enoja mucho.


La conferencia empezó, yo estaba ahí pero no estaba. Estaba en mi mente, en mis emociones, en el celular, que sé yo. No fue hasta que algo en el monólogo de Pilar Sordo me resonó. Comenzó a reírse de sus fracasos en el amor, y es que si hay algo que todo este proceso me ha enseñado ha sido que quien no sabe reírse de si mismo, no ha aprendido nada de la vida. A manera de broma afirmó que le había fascinado eso de divorciarse y empezar de nuevo, que de una u otra forma lo estaba tomando como estudio para sus libros y sus investigaciones. ¡La verdad es que soy una cagada en el amor po! (Afirmó con su acento Chileno). Un divorcio con su primer esposo, en el segundo enviudó y en el tercero… antes de explicar ¡Se echó a reír! ¡Es que todas las mujeres nos encontramos con un cabrón al que queremos salvar! ¡Ya me tocaba a mí el mío! ¡Lo agarramos como un proyecto! ¡Ah mira a este cagao de la vida, este es el perfecto para hacerme infeliz! ¡Me lo llevo a casa! ¿Te suena esto familiar? El auditorio entero lleno de mujeres, a manera de empatía comenzó a reír, porque sí, al parecer todas las mujeres en algún momento de nuestras vidas hemos querido convertir un sapo a príncipe. ¡Rescatarlo! ¡Cambiarlo! Y ¿Cómo no? Si crecimos con la premisa de ¡La mujer hace al hombre! ¡Detrás de un gran hombre, hay una graaaaan mujer! ¿Detrás de quién?

¿Cómo era posible que aquella mujer tan exitosa, psicóloga y escritora de tantos libros estuviese parada ahí aceptando lo que yo me rehusaba a admitir? ¡Una especialista en inteligencia emocional diciendo públicamente algo así! ¿Cómo te abres a tanta vulnerabilidad, no solo contigo sino con toda aquella audiencia? ¿Cómo se llega a ese grado de sinceridad con uno mismo? Pero la pregunta que más retumbaba en mí era: ¿Por qué las mujeres, incluyendo a las mujeres exitosas, realizadas e inteligentes, elegimos hombres proyectos? ¿Qué nos falta? ¿Qué buscamos? ¿Qué se esconde detrás de nuestras elecciones?

¿Será que nuevamente responsabilizamos a Disney porque crecimos creyendo en besar sapos hasta encontrar uno que se convierta en príncipe? La historia que conocemos actualmente como la princesa y el sapo no es nada más y nada menos que una obra literaria original de los tan mencionados hermanos Grimm, cuyo verdadero nombre es “El príncipe rana” y cuya trama dista mucho de la historia que actualmente conocemos. ¿Qué tal si te digo que en lugar de un beso, la princesa convirtió a la rana en príncipe aventándolo a una pared producto de su asco y deprecio? Eso no era en lo absoluto romántico ¿Verdad? ¿En qué momento de la historia terminamos sintiendo pena por los sapos sintiendo la necesidad de rescatarlos y convertirlos en príncipes?

Muchas mujeres se convierten en centros de rehabilitación para hombres dañados, emocionalmente ausentes, con formas de apego tóxicas, evitativas y aquí nuevamente te hago la pregunta ¿Cómo te reconcilias contigo misma? ¿Cómo te perdonas haberte fallado? Es inevitable hablar de este tema sin recordar el famoso libro “Mujeres que aman demasiado” de Robin Norwood, que si aún no lo has leído pues te invito a que lo hagas. Ella asegura que encajamos de manera psicológica con nuestras parejas. La mujer maternal con el adicto. El narcisista con la empatica y así. “Se complementan” por decirlo de una manera, por supuesto de forma retorcida e insana.

Por lo general, existe algo a nivel psicológico en las mujeres que aman demasiado que les atraen los hombres emocionalmente no disponibles. ¡Hombres casados! ¡Hombres emocionalmente desconectados! ¡Hombres con los que inconscientemente sabes que no podrás avanzar! En mi caso, de manera inconsciente quise romper un patrón conductual de una relación en donde todo era controlado por la otra persona, a ser yo la dominante. En pocas palabras, me busqué un hijo. ¡Me enamoré de un proyecto! Una mujer que ama demasiado no puede entablar una relación con un hombre sano y estable porque ¿Qué va a reparar? ¿A dónde está el proyecto?

Realizar todo esto para mi fue como un golpe de realidad impresionante. Sentí confusión, pero a la vez una inmensa felicidad ¿Por qué? Porque había roto un ciclo, había dejado de querer repararlo. ¡Por eso me fui! ¡Por eso dejé de resonar con sus necesidades! ¡Ya yo no deseaba reparar a nadie, yo deseaba un hombre sano a mi lado! Entendí que no es que yo fuese demasiado para él o el muy poco para mí, simple y sencillamente no éramos el uno para el otro. Y cuando me refiero a que en algún momento sentí que esa persona no era suficiente para mi, jamás he hablado del dinero o de lo material, hablo desde el plano emocional y psicológico. ¡Emocionalmente no daba para más! Porque como lo hablamos en el episodio anterior, hombres y mujeres hemos repetido patrones, hemos seguido guiones que nos han establecido. ¿Cómo puede un hombre amar sanamente sino lo aprendió? Al final del día entendí que no era cuestión de encontrar culpables, era cuestión de responsabilizarme por mi parte y como lo dije hace unos minutos atrás, yo debía trabajar en mí y no en él, él no era mi responsabilidad, no era mi hijo, no era mi problema. ¿Les suena esto familiar?

El proceso de dejar de buscar sapos para convertirlos en príncipes me tomó un tiempo, encontrar un hombre emocionalmente estable, disponible con el cual pueda conectar ha sido un proceso a consciencia, y no fue hasta unas semanas cuando en realidad comprendí cuánto he sanado, pero de esto habláramos más adelante.

¿Estás lista?

Con amor,

Stef Nieto
@equipajedeunamujer

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