A medida que vamos evolucionando inicia un proceso dentro de nosotros que abarca desde nuestras aspiraciones, nuestros gustos y la manera en que nos relacionamos con los demás. Fijense bien que dije “a medida que vamos evolucionando”. Porque esto es lo que se espera, el orden correcto de las cosas, que evolucionemos, que avancemos.
Recuerdo que cuando cumplí 30 años, varias amistades a mi alrededor sufrieron la crisis de los treinta. En ese momento me encontraba en una etapa de evolución, en la cual quizá no estaba en la cúspide en muchos aspectos ante los ojos de los demás, pero yo saboreaba el placer de haber dejado atrás lugares en donde no era feliz. Entonces me sentía realizada a pesar del aparente caos.
Estaba separada, con una niña de 3 años (para la sociedad la mejor manera de describirme fuese “madre soltera”); es increíble como te colocan esta etiqueta así seas muchas otras cosas más… acababa de renunciar al único trabajo estable que había tenido en mi vida, entiéndase un trabajo de 8am a 5pm, de esos que recibes salario los 15 y 30, y a pesar de todo esto… los 30 me agarraron sintiéndome invencible.
Para la sociedad parecía haber perdido más de lo que había ganado, y es que ser rebelde me ha enseñado que el precio para sostener el concepto de éxito según la sociedad es muy alto, y nunca he estado dispuesta a pagarlo. Para muchos, que los treinta me agarraran soltera, con una niña que mantener, y habiendo perdido un buen salario fijo; era una locura. Para otros, una muestra de valentía (siendo estos últimos los que mantuve en mi vida). Porque aquellos que te alientan a quedarte en lugares donde no puedes ser tú misma; en donde no eres feliz; en donde no creces; en donde no evolucionas; son personas que no te hacen bien.
Recuerdo la preocupación inmensa que tenía en ese momento, ¿me arrepentí? Sí. Me retracté, No! Porque mi arrepentimiento provenía de miedos inculcados, no provenía de mí. Había renunciado a este trabajo, quizá quiénes me acompañan en instagram @equipajedeunamujer alguna vez leyeron sobre mi experiencia profesional con Robert De Niro. Se me había presentado esa oportunidad pero tomarla conllevaba renunciar a aquel trabajo que me ayudó a estabilizarme cuando volví a Panamá con una bebé de 10 meses. Recuerdo haber planeado todo en mi cabeza para no renunciar. Me reuní con la Gerente y le propuse tomar licencia sin sueldo, pero ella, afortunadamente, no aceptó. Una compañera, en mi último día de trabajo soltó la expresión… ¿Y cuando termines ese contrato que vas a hacer? ¿Robert De Niro te va a mantener a tu hija? Aunque parezca mentira yo pienso que no lo hizo de maldad, simplemente ella es un ejemplo de cómo fuimos programados para ir por la sombrita, por lo seguro (esto lo comprendo ahora) en su momento me molestó porque sus palabras retumbaron en mis miedos. ¿Qué vas a hacer Stefanie? En serio ¿Qué vas a hacer?
Mis ahorros eran escasos, venía de muchas tormentas personales y ese miedo se acrecentó más y más… ¿Qué vas a hacer? Pese a todo esto, yo experimentaba una sensación de libertad y de certeza indescriptible. Va a sonar romántico e incluso irresponsable pero me sentía tan “yo misma” como no me había sentido en mucho tiempo desde mi regreso a Panamá. Digo irresponsable porque suena maravilloso todo eso de renunciar y buscar lo que te hace feliz bla bla bla, pero la realidad es que hay que pagar las cuentas y a veces simplemente you gotta do what you gotta. Pero esos instantes los disfruté. Vivimos tan absortos y presos de los quehaceres…tengo que hacer esto tengo que hacer lo otro, que haberme regalado esos instantes de aparente irresponsabilidad fue placentero.
El tiempo no regresa, por más cliché que suene esta frase te lo tengo que recordar.
Estaba empezando de cero… en muchos aspectos pero desde un punto sano… equilibrado. Y en realidad no estaba en cero, porque decir esto suena como fatídico. Y aquí me gustaría que analices las veces que has usado esta frase… y si estás viviéndolo… pregúntate ¿En realidad estoy empezando desde cero? Tenía a mi hija saludable, casa, auto propio, una carrera profesional que me respaldaba, familia, amistades, contactos y unas ganas de echar pa lante que pa que les cuento! entonces pensándolo bien, decir que estaba empezando de cero es muy injusto.
¿Saben por qué me sentía tan tranquila a pesar de todo el pronóstico incierto que tenía? Porque era libre.
La semana pasada doñas hablamos sobre la importancia de cerrar capítulos y muchas me escribieron explicando lo difícil que esto les resultaba, me sentí muy triste con las historias de mucho pero a la vez me sentí feliz de saber que pese a las circunstancias existe esa cosquillita adentro de que saben que es momento de cerrar capítulos. No te sientas culpable por no sentirte capaz de cerrar capítulos… Vamos a detenernos y analizar muchas frases que nos han repetido por años y que a su vez nosotros hemos dicho “Mejor viejo conocido que nuevo por conocer” “Nunca dejes camino real por vereda” “Mejor diablo conocido que santo por conocer”. ¿Ya sabes a dónde quiero llegar?
Nos han alentado y programado a no evolucionar, a vivir estancados aunque esto nos cueste nuestra libertad emocional. Parece tan primitivo si lo analizamos desde esta perspectiva pero no es más que la pura verdad. Es por esto que vivir sumergidos en relaciones tóxicas es algo más común de lo que debería ser. Porque todo lo nuevo y desconocido da miedo, por ende preferimos quedarnos en esa peligrosa zona de confort.
Y cuando hablo de relaciones tóxicas de inmediato se nos viene a la cabeza relaciones de pareja… y ¡no! podemos tener una relación tóxica inclusive con la comida, como era mi caso (de eso hablaremos otro lunes de seriedad).
Para comprender qué es una relación tóxica primero plantearemos los tipos de apegos que existen. Dentro de la teoría, apego significa un vínculo afectivo o enlace entre individuos. El apego inicia desde el momento en que nacemos, aquel vinculo afectivo con nuestro cuidador. Existen 4 tipos de apegos: El apego seguro, el ansioso, el evitativo y el desorganizado.
El apego seguro es aquel que si hablamos en términos de padres e hijos, el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Recuerdo cuando dejé a mi hija el primer día de maternal y no soltó una sola lagrima, equivocadamente dije no me quiere! Se fue como si nada. No, no significaba que no me quería, ella estaba clara que yo la iba a buscar y que estaría bien. En los adultos el apego seguro se refleja en las personas que pueden llevar una vida independiente sin prescindir de sus relaciones interpersonales y vínculos afectivos. (Aquí es donde yo digo que nos enseñaron todo mal pero ahora les digo por qué).
El apego ansioso o ambivalente, se refleja en ese temor a perder la pareja siempre, la necesidad de sentirse aprobado y amado, siempre necesitan que su pareja o las personas con las que están vinculadas le demuestren cuanto la aman. ¿Ven por qué dije que nos enseñaron todo mal? Porque un novio que te llama mil veces, que te cela, que te vigila… que te dice que no puede vivir sin ti por lo general es relacionado a: “ay que bello” “ay me ama tanto que no puede vivir sin mi” ¡CUIDADO!
El apego evitativo, estas personas durante la infancia crecieron sintiendo que no contaban con sus cuidadores. De adultos tienen problemas para intimar y mostrar interés. ¿Te resuena esto? ¿Esas parejas que uno a veces justifica su manera parca de amarnos y de demostrarnos afectos? ¿Hombre que cuando se involucran mucho en una relación y todo parece estar bien y de la nada se desaparecen?
Y el cuarto tipo de apego es el desorganizado que es una mezcla entre el ansioso y el evitativo y hay quienes lo describen como una carencia total de apego. De adultos pueden ser personas con mucha ira, que rechazan las relaciones pero en el fondo son su mayor anhelo y puede en muchos casos, ser el tipo de apego que se caracteriza en relaciones conflictivas.
Ahora, planteado los tipos de apegos que existen es mucho más sencillo ver el panorama en cuanto a por qué muchas personas son más propensas a caer en relaciones tóxicas (de todo tipo) y que les resulta casi imposible salir de ellas. Es algo así como volver a la zona de confort del inconsciente, es lo que vivimos, es lo que aprendimos y entonces repetimos patrones. A pesar de no hacernos felices nos hacen de una forma errada sentirnos seguros, es lo único que conocemos y preferimos eso a algo nuevo… “mejor diablo conocido que santo por conocer”… ¿Ven la magnitud de este contexto?
Cuando nuestra forma de apego es ansiosa y nos enfrentamos a situaciones o personas que por alguna razón nos recuerdan inconscientemente a patrones aprendidos corremos el riesgo de engancharnos. Por eso quizá te cueste tanto dejar aquel trabajo en el que sabes que no estás creciendo pero que sientes temor de dejar; esa relación amorosa llena de maltratos, de infelicidad. Es esencial que cada día que vivamos lo veamos como un acto evolutivo, no de envejecimiento. Es importante que detectemos aquellos miedos que nos paralizan ¿De dónde provienen? ¿Qué nos detiene? ¿Qué nos suena tan familiar que nos estanca? El tiempo no regresa, por más cliché que suene esta frase te lo tengo que recordar.
Hoy quizá muchas se sientan como me sentí en aquel entonces, la situación económica en muchos países está difícil y te entiendo, muchos días me he sentido como en aquella ocasión y me he preguntado ¿Qué vas a hacer Stefanie? Enfrentar la vida sola con hijos puede sentirse a veces como ir siempre subiendo una colina con un equipaje pesadísimo ¿Me arrepiento? No. ¿Lo volvería a hacer? Mil veces.
Que el miedo no te paralice, busca ayuda si crees que tu forma de apego puede ser una de las causantes de que te encuentres en relaciones tóxicas. Permanecer en ese trabajo o en esa relación puede parecer la solución mas sencilla para sobrevivir pero piensa ¿Cuán alto es el precio que estas pagando? ¿Cuánto cuesta tu libertad? Y cuando hablo de libertad me refiero a la emocional porque hay muchas personas visiblemente libres pero emocionalmente secuestradas, sumergidas en relaciones enfermizas.
Tranquila, todos en algún momento de la vida nos hemos sentido estancados y frustrados, y pese a que te enoje sentirte así es justo esa molestia la que te va a salvar, la que te está tratando de sacar de donde estás. Esa molestia que hay en ti son tus ganas de salir de esa situación que sabes que no es lo que mereces, esa molestia es la que no te deja morir. ¡Abraza esa molestia! Significa que estás viva y deseosa de algo mejor.